Sonó el “tilt” y apareció un mensaje de Matías invitándonos al acto de entrega de los premios que otorga la Asociación de Cocineros y Reposteros de Extremadura con motivo de la festividad de su patrón, San Lorenzo.
Matías Macías Amado, una de las voces más autorizadas de la gastronomía extremeña, y actual presidente de la Cofradía Extremeña de Gastronomía, es persona afable y de trato cálido y cercano: la invitación es difícil de rechazar, además estábamos seguros de encontrar allí muchos buenos amigos.
No había mucho que pensar y allí fuimos. Poco a poco fue llenándose la recoleta ermita de San Lorenzo de Los Santos de Maimona. Las iglesias son lugares que no huelen a nada, como mucho, y según el calendario, huelen a incienso y a cera, sin embargo, aquella tarde en Los Santos la imaginación me llevaba por un dédalo de recuerdos de aromas de platos sublimes, tradicionales unos; innovadores, otros. Aromas que emanan del trabajo de los cocineros, nombre que me gusta más que chef: me resulta más cálido, más entrañable.
Mas esas ensoñaciones bien pronto se vieron interrumpidas por la voz de Juan Pedro Plaza, otro gran conocedor y divulgador de la gastronomía extremeña, que actuaba como maestro de ceremonias. Los cocineros galardonados fueron Toño Pérez y José Pizarro, cocineros que han llevado a la fama mundial la cocina y el producto extremeños, uno desde la tierra, desde el corazón de Cáceres con su restaurante Atrio; otro, conquistando los paladares europeos con sus restaurantes en Londres.
La Asociación no se olvidó de los productores reconociendo la valentía y el buen hacer de los pioneros del cava extremeño: Aniceto Mesías, Marcelino Díaz y Pablo Juarez, representado por su esposa Gloria, pues ya hace años que nos dejó. Un galardón que me trae muy gratos recuerdos pues llegué a Almendralejo en aquellos tiempos de ilusión. Recuerdos de muy buenos momentos vividos en la organización de las Jornadas de Enología y Viticultura Tierra de Barros del Centro Universitario Santa Ana, donde Aniceto fue mi profesor y Marcelino y Pablo eran activos colaboradores. Recuerdos de una etapa clave en el desarrollo de la actual vitivinicultura extremeña que tuve la suerte de vivir.
Mientras escribía estas líneas llegaba a mis manos, más bien a mi pantalla, un artículo de Martín Berasategui publicado en La Vanguardia. Es una carta dirigida a un joven chef cuando este maestro de la cocina está a punto de cumplir cuarenta y dos años tras los fogones. Extraigo algunos párrafos. No me parece mejor manera para rendir nuestro pequeño homenaje a los premiados y no premiados este día de San Lorenzo, a todos los cocineros de Extremadura, que con su trabajo y buen hacer ensalzan las materias primas de los campos y dehesas de esta tierra.
Debo reconocer que el artículo de Berasategui ha sido un hallazgo muy oportuno. Al mismo tiempo que garabateaba estas cuartillas me invadía un cierto pudor: somos cientos, quizá miles, quienes con mejor o peor estilo nos hemos lanzado a escribir un blog de gastronomía y es que no hay duda de que la cocina está de moda. Tan de moda que a veces se olvida quiénes han conservado, creado, enriquecido las cocinas extremeña, española, mundial… las abuelas y madres de muchas generaciones y los cocineros y cocineras. Gracias a ellos, hoy cientos de blogueros cocinillas podemos poblar internet con nuestras más o menos afortunadas páginas y recetas. Así, prefiero citar las palabras de un maestro de la cocina que emplear las mías. Dice Berasategui:
“Nunca he dejado de cocinar, que es lo que más me gusta en la vida, y he tenido el inmenso privilegio de ser transportista de felicidad. Esa es la verdadera misión de la hostelería, una profesión generosa en la que das lo mejor de ti para que los clientes salgan satisfechos de tu casa.”
“En ese momento todas las horas de trabajo valen la pena. La cocina es una maratón diaria, una vocación sacrificada, en la que hay que ser honesto y poner el alma en cada plato, dejarte el pellejo en cada servicio para hacer disfrutar a aquellos que se sientan a tu mesa.”
No se olvida Martín Berasategui de todos los que integran un restaurante, que también merecen su homenaje: “El éxito de un restaurante no se sustenta en el talento de una sola persona, sino en la suma de todas los que participan en él. Saber rodearte de un buen equipo, de gente estimulante y en la que confiar es una de las claves para triunfar en nuestra profesión, igual que la ilusión, la constancia y la generosidad en el esfuerzo.”
Y termina:
“… y sobre todo, no tengas miedo, ni pereza, ni vergüenza. Al fin y al cabo, no dudes que este es el oficio más bonito del mundo.”
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